sábado, 18 de septiembre de 2010

¿En qué mundo y para qué mundo estoy formando?

La psicopedagogía aborda tanto la conceptualización y atención de los problemas de aprendizaje - y la dimensión emocional vinculados a ellos- como la tarea amplia de pensar el fenómeno educativo. Se relaciona con los aspectos curriculares en el plano de la adaptación a las necesidades educativas especiales y con la dimensión ético política de los procesos educativos. Es una disciplina que promueve la integración de los diferentes aspectos del proceso desde la mirada e identidad del ejercicio docente; desde su proceso de constitución histórica, saberes y prácticas especificas.

El texto que publicamos a continuación, constituye un aporte para continuar pensando lo educativo desde los diferentes ángulos que nos permite la Psicopedagogía; aborda la reflexión de los escenarios emergentes de la educación y las relaciones que entablan los sujetos en medio de ellos, como una forma de entender que lo ético político incumbe a los Psicopedagogos en su tarea de apoyar y pensar los procesos educativos.

Por: Felipe Andrés Patiño. Correo: felandpat06@yahoo.es

Bogotá, Colombia.

Agosto –Septiembre de 2010

Titulares del diario El tiempo:

“Ocho uniformados muertos y diez heridos dejan ataques y enfrentamientos de la guerrilla en el país”

“Un club de fútbol francés rechazó a un jugador por ser homosexual”

“Condenan a profesor que abusaba de sus alumnas de segundo de primaria en Inírida (Guainía)”

“Tres hijas buscan honrar a su padre, muerto en un operativo militar y presentado como guerrillero”

“Condenan a un cura a 4 años de cárcel por abusar sexualmente de tres hermanas en Irlanda del Norte”

Titulares El espectador:

“Desplazamiento ha crecido más de tres veces en seis años: magistrado de la Corte”

“Por traición a la patria radican denuncia contra Uribe”

“Violencia urbana en Medellín, bajo la lupa del Gobierno Santos”

“Bogotá quiere ser más incluyente”

Pensar el mundo desde el contexto colombiano indudablemente debe tener sus particularidades, pues no es sencillo enmarcarse en un escenario donde los medios de comunicación compiten por mostrar la mayor cantidad de sangre en sus páginas o titulares en televisión, donde cada día la muerte hace su aparición con diferentes disfraces y donde a diario múltiples formas de violencia invaden el acontecer de los sujetos que viven, sobreviven y algunas veces malviven en el país.

Tampoco es sencillo entender que Colombia es el tercer país más feliz del mundo según estudios la de Universidad de Michigan[1], situación que no deja de sorprender si a diario es común encontrar constantes violaciones a los derechos humanos, desigualdad social exacerbada, desplazamiento forzado y unas preocupantes cifras de homicidios y violencia en las grandes ciudades del país; esto frente a la inquietante felicidad de los colombianos invita a pensar en las condiciones de posibilidad que se dan en el país para que las situaciones dramáticas siempre sean vistas con “buena cara” por el colombiano que se siente feliz y alegre de su patria.

Algunos dicen que los colombianos son amnésicos, por lo tanto Colombia es un país sin memoria, esto podría ser una razón para que a pesar de los acontecimientos violentos y la marginalidad las personas sigan siendo felices, se le puede sumar también la posibilidad de que la violencia se haya naturalizado y que ya no sea significativo la sobreexposición diaria de los noticieros que mezclan la sangre de los actos violentos con los últimos chismes de la farándula local.

Como se puede leer en los titulares de dos de los periódicos más leídos en Colombia, la mayoría de noticias se relacionan con la violencia en diferentes contextos, con la injusticia, con estigmatización y en general con situaciones dolorosas para los sujetos, esta podría ser una primera forma de aproximarse a la parte de la pregunta que nos interpela sobre ¿en qué mundo estoy formando? Asimismo, reconociendo un poco el panorama internacional, los problemas de xenofobia, marginalidad y desigualdades sociales no difieren de lo que sucede en el país. La pregunta es ¿Se puede aventurar la respuesta de que el mundo en el que estoy formando está plagado de diferentes formas de exclusión, violencia, desigualdad y basado en valores impuestos desde el mercado y el consumo exacerbado? O por el contrario, ¿Habría que ser más optimista y pensar que estos problemas no son tan malos y el mundo, particularmente visto desde la perspectiva del colombiano, es un mundo feliz?

Este cuestionamiento pone a prueba la percepción de mi mundo particular y mi experiencia en el mismo; desde esta perspectiva puedo decir que el mundo en el que estoy formando se caracteriza por procesos sociales complejos y problemáticos; pues aun, no hemos logrado detener el avasallador cambio climático, no hemos logrado disminuir la brecha social, los ricos cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres, ni tampoco sido capaces de encontrar una forma de vivir lejos de los radicalismos destructores y la ley del “más fuerte” o el “más rico” sigue imperando en el ambiente social, La violencia sigue siendo una de las formas más recurrentes que hemos encontrado como humanos para dialogar con el otro (distinto). Hemos hecho del consumo un estilo de vida que nos aleja cada vez de tener una comunidad de sentido.

Siendo así, este mundo espera todo de nosotros, comenzando por entender que la diferencia es parte fundamental de la condición humana y que los radicalismos frente a la emergencia de ésta únicamente fomenta la destrucción de las miles de formas de entender y vivir en el mundo, cuestión fundamental para comprender que los humanos estamos hechos del cambio, de la transición, de la incertidumbre, de la mudanza a otras formas de existir, siempre diversas, siempre mutantes. También espera que aprendamos a cuidarnos, a ser hospitalarios, a estar dispuestos a compartir la vida con otro, así sea por un instante, por una canción, durante el trayecto del bus, en el andén, en la fila, en el chat, siempre bajo la perspectiva del reconocimiento del otro, como uno mismo. También espera que cuidemos la vida, en todas sus formas, que detengamos la destrucción del planeta y de la vida que existe en él.

El reto se encuentra en ganarle la partida a las lógicas dominantes del mercado, en no dejarse enceguecer por la razón instrumental que se encarna en el consumo; el papel de la cultura y la política se halla inmerso en la lucha por la búsqueda y construcción de otras formas de ser y estar en el mundo que permitan crear vínculos intersubjetivos y proyectos sociales que posibiliten la creación de puntos de fuga de los sentidos que nos permitan transformar y re-crear realidades haciendo frente a la desesperanza y al pesimismo que paraliza las acciones de cambio.

Es posible recuperar los sentidos de la vida que fueron arrebatados por las formas de vida vacías que se venden desde los medios y que impulsan el consumo sin sentido, se pueden generar resistencias culturales que permitan transformaciones sociales alejadas del consumo y la razón instrumental y que nos posibiliten configurar nuestra identidad sin tener que violentar a los que son diferentes, respetando la diversidad, no desde una falsa dolencia que pregona el reconocimiento del “otro” mientras viva lejos, sino que permita el diálogo y el aprendizaje desde la diferencia.

En este sentido me parece importante retomar el concepto de fuga, que no significa huir de las problemáticas actuales, sino por el contrario significa asumirlas para encontrar posibilidades que permitan escapar a las voces apocalípticas y desesperanzadoras que proclaman el final de los tiempos y la imposibilidad de hacer frente al desmoronamiento de las relaciones humanas, por eso aquí se asumen “las líneas de fuga activas y positivas, por-que tales líneas conducen al deseo, a las máquinas del deseo y a la organización de un campo social de deseo: no se trata de que cada uno escape “personalmente”, sino de provocar una fuga, […] Dejar que pasen los fluidos por debajo de los códigos sociales que pretenden canalizarlos o cortarles el paso. Toda posición de deseo contra la opresión, por muy local y minúscula que sea, termina por cuestionar el conjunto del sistema capitalista, y contribuye a abrir en él una fuga.[2]

Desde esta perspectiva es necesario recobrar nuestro derecho a disentir, a contradecir, a cuestionar, a interpelar; así como a dilucidar salidas, fugas, proclamas que hagan frente a las condiciones sociales, económicas y culturales que constriñen y suprimen al sujeto contemporáneo y sus relaciones intersubjetivas, ahí donde el sujeto es opacado por la sombra del mercado debe emerger y potenciarse la fuerza creadora , la construcción de sentidos posibles, el agenciamiento de subjetividades nómadas y perfomáticas[3] que nos permitan nuevos encuentros como seres humanos.

La educación y la pedagogía históricamente han servido para el control de los cuerpos y de los sujetos y que constituye en la actualidad uno de los mecanismos más fuertes de disciplinamiento, se encuentra en medio de la disputa por homogeneizar o por transformar la sociedad, de ahí que su potencial pueda ser utilizado para formar sujetos con la capacidad estética y ética de transformar el mundo a través del arte, la literatura, la política y el acontecimiento que surge en la vida cotidiana.

Particularmente espero que aprendamos a vivir y a formar bajo las políticas de la felicidad, pero no individuales, sino también colectivas, la felicidad es algo que podemos construir/crear entre todos, pues podemos hacer felices a otros y de esta forma ser felices nosotros, por lo menos si la felicidad es un efímero inalcanzable, podremos hacer del mundo un lugar más ameno para vivir.

Para finalizar quisiera hacer el ejercicio de soñar y exponer aquello que esperamos del mundo en algunos años.

Bogotá, Colombia.

Agosto – Septiembre de 2050

Titulares de noticias…

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Bibliografía y webgrafía

· Deleuze, Gilles. Conversaciones 1972-1990. edición electrónica de www.philosophia.cl.

· http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=625332

· www.eltiempo.com

· www.elespectador.com


[1] En: http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=625332 Consultado el 30 de agosto de 2010

[2] Deleuze, Gilles. Conversaciones 1972-1990. edición electrónica de www.philosophia.cl. Pág. 17

[3] Las subjetividades nómadas son entendidas acá como aquellas que sin pertenecer a un lugar especifico del mundo son capaces de crear y transformas situaciones específicas a través del encuentro y desencuentro colectivo. Asimismo, la performatividad permite el cambio, la apertura, el acontecimiento, los tránsitos y la creación.