viernes, 28 de noviembre de 2014

La orientación entre pares: un enfoque de participación escolar



Foto: Dmmantilla
Por: Carolina Sanmiguel Ruiz

Introducción

El siguiente artículo da cuenta de la estrategia de orientación entre pares denominada “Nueva mirada de la orientación educativa en una apuesta por la participación del estudiante”, desarrollada en la institución educativa Academia La Salle San Benildo de Bogotá como proyecto de grado de la autora[1] para obtener el título de licenciada en Psicología y Pedagogía en el año 2008. En la primera parte se ofrecen argumentos teóricos y metodológicos en la consideración de aportes fundamentales de la estrategia a la orientación educativa relacionados con la participación política y social y el cuidado del otro. En la segunda parte del texto, se hallan las notas del resultado del desarrollo de la estrategia con los estudiantes, para terminar con las conclusiones del ejercicio en el marco de los retos que enfrenta la Orientación escolar en la actualidad.

La orientación entre pares: una estrategia de mediación para el aprendizaje.

El peer counselling es un concepto que se ha traducido al español como Orientación entre pares desarrollado como una modalidad de los servicios de orientación en algunos colegios y universidades Americanas como Charleston, St. Georges y Berkeley. Este concepto ingresa al campo de la orientación escolar en la década de los ochenta a través de autores estadounidenses como Alpert, Meyers, Babcock, Pryzwansky y otros, quienes empiezan a pensarse el tema aludiendo a los estudiantes como otros agentes para-profesionales que pueden participar en la orientación denominando a este proceso “Peer Counselling”. De acuerdo a Rafael Bisquerra:

El peer counselling puede considerarse como un tipo de intervención indirecta. El orientador se pone de acuerdo con un alumno para que sea éste quien imparta la orientación (...) La orientación basada en la influencia o ayuda mutua entre iguales (amigos/compañeros) poco desarrollada en nuestro entorno, promete devenir un recurso de sumo interés para potenciar la acción orientadora, sobre todo en aquellas edades en que los amigos y compañeros son los principales referentes y con quien primero interactúan expresando sus problemas.[2]
Este tipo de programas de orientación “student-to-student Peer Counselling” se han enfocado en el entrenamiento de estudiantes en habilidades de escucha terapéutica, empatía, interacción y confidencialidad para promover la vinculación voluntaria de estudiantes que desean ayudar a sus pares en la superación de problemas personales y académicos, interviniendo exclusivamente de forma individual.

En los últimos años, el desarrollo de esta estrategia se ha extendido a otros países como España, donde se ha planteado como una estrategia altamente innovadora para la función orientadora enmarcada en el modelo consulta colaborativa[3]; sin embargo, en Latinoamérica el desarrollo del tema es precario y limitado al campo universitario[4] en la implementación de tutorías netamente de orden académico.

Esta estrategia de orientación, se ha desarrollado principalmente desde los estudios de la teoría sociocultural, planteada por Lev Vygotsky; teoría en la cual se hace énfasis en la importancia del contexto y de la interacción social en el aprendizaje y se propone la Zona de Desarrollo Proximal (ZDP), considerada como “la distancia entre el nivel actual de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz[5]”.

Para la mediación o proceso de orientación se plantea el andamiaje, es decir, el abordaje de situaciones de interacción planteadas desde esquemas cooperativos, que permiten a su vez independencia y capacidad de decisión. Para el caso de los pares las interacciones cobran relevancia, puesto que la contemporaneidad permite una relación de confianza, familiarización con las expectativas y problemas y uso de un lenguaje común que sirven como mediaciones para resolver problemas de diversa índole en el marco de la escuela.

Así mismo, la estrategia de orientación entre pares se complementa con aportes del humanismo existencial como una forma de darle un enfoque al acompañamiento en la dimensión cognitiva y resolutiva que se viene desarrollando como base conceptual entendiendo que liderar procesos de orientación educativa con estudiantes, conduce a recorrer una nueva dimensión de la orientación, enfocada en el compromiso del joven con su orientación y la del “otro”. Con este hecho, la orientación llega verdaderamente a cumplir su objetivo de cambio social, puesto que instala dinámicas de cooperación, empoderamiento y solidaridad: potencia la actuación “desde sí mismo” y no sólo “para sí mismo”, también “para el otro”.

Desde un enfoque humanista/existencial se ubican “en la existencia del hombre tres existenciales, o manifestaciones de la persona humana que son: espiritualidad, libertad y responsabilidad” [6] . La espiritualidad como dimensión característica de la existencia humana, permite a la persona ser consciente de sí mismo y del sentido de su vida. Por su parte, la libertad es aquella capacidad que tiene el ser humano de tomar una actitud o postura frente a los instintos e impulsos, la herencia, las condiciones sociales bajo las que se encuentra y hacía la realización del sentido de su vida. Última cuestión de la cual se deriva la responsabilidad, entendida como el compromiso del ser humano con su construcción, y con la del otro, en la medida en que el hombre es un ser auto-trascendente, se olvida y se deja atrás al servicio de algo encontrando un lugar para sí mismo, un sentido, un norte en su vida.

Desde esta perspectiva, el objetivo de la orientación se fundamenta en “lograr que el alumno obtenga una mejor comprensión de sí mismo y de su responsabilidad social”[7]. En consecuencia, con la orientación se pueden plantear experiencias de preocupación y cuidado de los pares, que permitan a los estudiantes desarrollar su capacidad de participación y proposición; estas experiencias le ofrecen al adolescente un lugar para sí mismo y enriquecen su reflexión existencial en la búsqueda constante de sentidos de vida.

Es por ello que para la vida del estudiante orientador, resulta altamente enriquecedor aprender habilidades y reconocer valores, que hacen parte del preocuparse y ocuparse del el otro, como la escucha, la empatía, la solidaridad, el liderazgo, el diálogo. Por su parte, es alentador para el estudiante encontrar líderes, que viven situaciones y conflictos similares, en quienes pueden confiar; en consecuencia, se promueven en mejores relaciones interpersonales y nuevas redes de interacciones, difíciles de establecer de otro modo.

Por lo tanto, el cuidado no es sólo el permitir expresarse, el permitir “existir”, sino exige una preocupación y despliegue de acciones tendientes al bienestar del otro, y por lo tanto del sí mismo. Esta relación de cuidado es recíproca. En ésta línea, la participación cobra un papel fundamental en la formación como orientador de apoyo. El querer participar en dichos procesos de cuidado y preocupación por el otro, implica una disposición para intervenir en situaciones que requieren de su ayuda, haciendo uso de la capacidad argumentativa y propositiva.

De este modo, la participación de los jóvenes como orientadores, depende de las oportunidades para que sugiera, comparta, exprese y haga crítica también de sus acciones, del grupo al cual hace parte y de la misma orientación. Este es un modo de fomentar desde la infancia y la juventud, dinámicas efectivas de participación democrática, que se afianzan posteriormente en una ciudadanía activa.

Aspectos metodológicos de la estrategia

Para el desarrollo del programa de Orientación entre Pares, se sugiere tener en cuenta el siguiente esquema metodológico, que asegurará que el proceso sea exitoso, cobrando sentido para la comunidad educativa y sosteniendo un equipo funcional y reconocido al interior de la Institución.

1. Análisis de la realidad y planeación: es necesario revisar si la Institución está preparada para el verdadero empoderamiento de los estudiantes, si sus estructuras son lo suficientemente flexibles para permitir su participación activa y lo suficientemente fuertes para sostenerlo y guiarlo.

Si la respuesta es negativa, es necesario un proceso de gestión para lograr la sensibilización con toda la comunidad educativa, pero especialmente con las directivas. Asimismo, con la pretensión que sea una línea fuerte en la institución, se sugiere involucrarla al Proyecto Educativo Institucional (PEI).

En este punto se deben desarrollar actividades para el reconocimiento y acogida de la estrategia en la institución. Es importante preparar todos los recursos para el programa como: espacios, incentivos para los estudiantes, material de formación, ente otros.
2. Convocatoria a estudiantes: la vinculación de estudiantes al equipo de orientación debe ser totalmente voluntaria. Lo recomendable es hacer primero una convocatoria pública, luego encuentros con grupos de estudiantes, y finalmente debe ser formalizada a través de una inscripción y una primera reunión con el equipo.

3. Conformación del grupo de orientación e iniciación: Luego del encuentro y reconocimiento de los integrantes, se socializan los objetivos, expectativas, tiempos, actividades a desarrollar como equipo de orientación, etc.

Asimismo en adelante se deben desarrollar estrategias tendientes al conocimiento e integración de los estudiantes orientadores y a la consolidación del equipo de trabajo. Para ello es importante crear un nombre, un logo, un lema y demás símbolos y elementos de identificación.

4. Formación básica en habilidades orientadoras: para preparar al equipo de estudiantes orientadores se debe desarrollar y evaluar un programa de formación que puede girar en torno a los siguientes temas:

·         Entrevista individual y atención de casos
·         Habilidades de escucha y diálogo
·         Dominio de grupos/Diseño de talleres
·         Resolución de conflictos
·         Ética

Las actividades de formación deben ser agradables para los jóvenes incluir lecturas por grupos, estudios de caso, clases magistrales, simulación de entrevistas y talleres, y ejercicios de intervención. Un elemento no menos importante es el material de apoyo diseñado a los orientadores para el sustento teórico de los talleres, el cual debe procurar que las lecturas y las herramientas expositivas manejen un lenguaje sencillo y adecuado para la edad de los jóvenes orientadores, facilitando la apropiación de nuevos contenidos
5. Implementación y Desarrollo: Cuando los estudiantes hayan participado del proceso de formación inicial, es momento de iniciar la implementación de actividades de orientación, las cuales se pueden desarrollar por equipos de orientadores de acuerdo con las áreas de la orientación y las necesidades, habilidades y expectativas de cada uno.

Las áreas en las cuales pueden intervenir los estudiantes orientadores son:
  •  Atención individual y primaria de casos de compañeros.
  • Talleres grupales en temas de prevención y desarrollo como: educación sexual, prevención del consumo de psicoactivos, proyecto de vida, desarrollo profesional, etc.
  • Actividades de solución de conflictos a nivel de grupo/clase.
  • Talleres para favorecer estrategias de aprendizaje.
  • Tutorías para compañeros que presentan dificultades y vacíos académicos.
Se pueden pensar otras actividades de acuerdo con las posibilidades de cada institución, con las necesidades estudiadas por el orientador profesional y detectadas por el profesorado.

6. Formación Complementaria: para lograr la óptima operatividad del equipo, se sugiere profundizar la formación por los grupos conformados, logrando un dominio conceptual por áreas y temas de la orientación y desarrollando herramientas específicas de acuerdo con el área.

7. Evaluación: se evaluará el proceso teniendo como referencia el aporte a las actividades de orientación, la efectividad en el trabajo, y la satisfacción de los estudiantes orientadores y orientados. Esto se debe analizar desde la percepción de los orientadores profesionales, de los estudiantes y de los estudiantes orientadores; para ello, se sugiere utilizar la metodología de grupos focales.

Es importante reconocer públicamente el apoyo del equipo de estudiantes.

Conclusiones

Con las anteriores consideraciones, la estrategia de orientación entre pares se desarrolló a través de un grupo de estudiantes orientadores de apoyo, denominado grupo “parapoyarte”, el cual se conformó y se mantuvo con la participación de treinta estudiantes de los grados noveno, décimo y undécimo de la Academia La Salle San Benildo durante dos años (2006-2008).

Con el desarrollo de la estrategia se demostró que ofreciendo oportunidades de participación a los estudiantes, ellos alcanzan un nivel de compromiso y responsabilidad, en ocasiones negado por la normatividad que tradicionalmente rige a la institución educativa. Sin la obligatoriedad de la nota, sin la presencia de un docente, sólo desde su voluntad de participación y responsabilidad, y bajo la guía del grupo investigador, se logró consolidar un grupo que inició un cambió la forma de entender la orientación educativa en la institución.

A orientar se aprende…orientando. La orientación entre pares en la estrategia se planteó desde el principio de realidad; es decir, con la claridad que el orientador de apoyo, no es un profesional, se le otorgaron tareas de naturaleza propiamente orientadora, al introducir actividades prácticas, de modo simultáneo a las sesiones de formación. En este sentido, se validó totalmente con los jóvenes un énfasis de la perspectiva teórica: la libertad con responsabilidad; las actividades de orientación, de principio a fin, estaban bajo responsabilidad de los jóvenes, y los investigadores participaban sólo como observadores del proceso. De este modo, los jóvenes lograron en términos políticos un empoderamiento de sí mismos a través de la participación en lo colectivo.

“He aprendido a ser una persona neutra, a no dar consejos malos, a pensar antes de actuar, a mirar los problemas desde diferentes puntos de vista, a no juzgar, sin antes saber qué ha sucedido”
“Este grupo me sirvió para cambiar mi forma de pensar en muchos aspectos, a ser tolerante y saber manejar mis problemas”

Orientadores de Apoyo

En cuanto a la indagación y construcción teórica, se materializaron principios y discursos del activismo pedagógico en contemplación del estudiante como eje del proceso de enseñanza-aprendizaje y de modo paralelo, las concepciones actuales sobre la intervención de la orientación desde otros niveles y con la inclusión de otros agentes.

Asimismo, la estrategia logró proporcionar situaciones de ayuda interpersonal como evidencia que desde la orientación, en las instituciones educativas se pueden fortalecer dinámicas de ética del cuidado; se realizaron entrevistas y espacios de acompañamiento individual a los jóvenes de grados sexto y séptimo, actividades didácticas para los niños de primaria, y talleres participativos en los temas de prevención para diferentes cursos superiores. Este apoyo redunda en el establecimiento de mejores vínculos afectivos entre los estudiantes, ya que el sentir un acompañamiento y apoyo del par orientador, y este al escuchar, ayudar, comprometerse realmente con la vivencia del otro y trabajar en un grupo que comparta las mimas metas, la escuela se convierte en un espacio donde la confianza y la tolerancia son el fundamento de las relaciones interpersonales. Fue gratificante ver a los jóvenes reunidos, dialogando sobre sus preocupaciones y conflictos, en un espacio de confianza y libre de presiones.

“En este caso, a mí me quedó una cosa muy valiosa y fue el aprender a escuchar y a conocer en parte a cada una de las personas con las que convivo (…) creo que en el colegio esa parte humanizadora es muy especial, ya que cuando salgamos, no creo que volvamos a trabajar una experiencia tan grata”
Orientadora de apoyo

Más aún, la respuesta de los pares en general fue positiva, en cuanto participaron de las actividades lideradas por sus compañeros; se logró un nivel de confianza tal, que los estudiantes, incluso en los primeros encuentros, comentaron a los orientadores de apoyo ciertas situaciones muy privadas, que los orientadores manejaron y nunca sirvieron para otros propósitos más que orientar; el nivel de aceptación y comprensión de estos últimos, se evidencia en el deseo de algunos estudiantes de querer seguir recibiendo el apoyo de su par.

Por otro lado, la figura del orientador al interior de la institución se fortaleció, brindando un apoyo de mayor calidad al compartir la orientación con los estudiantes; al mismo tiempo, se impactó a un mayor número de personas fortaleciendo el equipo de orientación en el desarrollo del proyecto de orientación educativa (POE).

Todo esto redundó en la consolidación de lazos afectivos más fuertes en la institución, un crecimiento emocional de los estudiantes, un mejor ambiente convivencial, un potenciamiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje, un fortalecimiento de la formación en el liderazgo y la participación política de los estudiantes; en síntesis la orientación entre pares significa un buen aporte para la construcción de una sociedad más justa, y sobretodo más humana, en una opción de transformación educativa.

Bibliografía

BISQUERRA, Rafael. Modelos de orientación e intervención Psicopedagógica. España: Praxis, 1998.
  , Rafael. Orígenes y desarrollo de la orientación psicopedagógica. España: Nancea, 1996.

DURAN, David y VIDAL, Vinyet. La tutoría entre iguales, de la teoría a la práctica. España: Graó, 2004.

FRANKL, Víktor. El hombre en busca de sentido. PAIS: Herder, 1994.

  , En el principio era el sentido. Barcelona: Paidós, 2000.

  , Psicoterapia y humanismo. España: Fondo de Cultura Económica,1982.


IDOATE, Florentino. Fundamentos antropológicos y psicológicos de la Logoterapia. Costa Rica: Q. Americano, 1992.

VYGOTSKY, Lev. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Grijalbo, 1988.



[1] Este proyecto recibió una distinción meritoria de parte de la Universidad Pedagógica Nacional por el aporte al campo de la Orientación educativa; se desarrolló junto con Mónica Tibatá Castelblanco y Diego Leandro Velandia Castellanos.
[2] BISQUERRA, Rafael. Modelos de orientación e intervención Psicopedagógica. España: Praxis, 1998. p. 58.
[3] La consulta colaborativa es considerara como uno de los tres modelos de intervención psicopedagógica junto con el modelo clínico y el modelo de programas.

[4] Si se desea ampliar el tema se pueden consultar Textos como “La participación de estudiantes como recursos en la orientación académica de Mario A. Núñez, Aitza Galarza, Ileana Rodríguez o “La Tutoa entre iguales, de la teoría a la prácticade David Duran, Vinet Vidal.

[5] VYGOTSKY, Lev. El desarrollo de los procesos psicogicos superiores. Barcelona: Grijalbo, 1988. p. 133.
[6] IDOATE, Florentino. Fundamentos antropogicos y psicogicos de la Logoterapia. Costa Rica: Q. Americano, 1992. p. 37
[7] Ibid. p. 77